La nutria (Lutra lutra) es probablemente uno de los mamíferos más emblemáticos de la Península Ibérica. Su aspecto afable y juguetón siempre le ha granjeado la simpatía de pequeños y mayores, y verlas jugar en las limpias aguas de los ríos que habitan es un espectáculo del que el visitante no se olvidará por mucho tiempo. A pesar de que su status según la lista de roja de IUCN es “cercana al peligro”, y que su población a nivel mundial está en retroceso, en España las nutrias gozan de buena salud y están volviendo a poblar lugares en donde habían desaparecido.
En los últimos años se han sucedido las noticias de la aparición de nutrias en tramos de ríos de diferentes comunidades como Madrid, Cantabría, y últimamente la Comunidad Valenciana, en donde sus poblaciones habían casi desaparecido. Estas noticias no son solo buenas para la especie, sino también para los ríos de estas comunidades, ya que la aparición de nutrias es un buen indicativo de la mejora en la calidad de las aguas.
En el Alto Tajo la población de nutrias no ha tenido estos problemas, ya que contamos con uno de los tramos de ríos más limpios y mejor conservados de la provincia. Ya en el 2006, tras uno de los últimos conteos nacionales, el Ministerio de Medio Ambiente y el CSIC consideraban que la población de nutrias en el Tajo se encontraba “bien representada en los cursos altos (del Tajo) en la serranía de Cuenca y, sobre todo, la mitad oriental de Guadalajara”.
La nutria pertenece a la familia de los Mustelidos, mamíferos alargados con patas pequeñas, y normalmente difíciles de ver en la naturaleza, ya que algunos tienen hábitos nocturnos, y en general son bastante esquivos. Sin embargo la nutria nos deja muchas notas de su presencia a lo largo del río. En el Alto Tajo, por ejemplo en el tramo Ocentejo a Valtablado, es fácil encontrar los restos de sus banquetes. Su dieta está compuesta de crustáceos (cangrejos de río fundamentalmente), peces y de vez en cuando algún pollo o pequeña ave. En los comederos del río, piedras planas dentro del cauce, o en las orillas de algunas playas encontramos casi en cada paseo escamas de pez, espinas, caparazones de cangrejo, cascaras de huevos o plumas y huesos de pequeños pájaros y anfibios.
Ver a las nutrias desde el agua es tarea complicada, ya que nuestros paseos se realizan en las horas centrales del día, y sus hábitos son más crepusculares. Además su velocidad y capacidad de mimetizarse en el paisaje hace muy complicada verlas a la altura del agua. Pero volviendo sobre nuestros pasos tras un buen día de piragua, y dando un paseo por las orillas del río, siguiendo alguna de las rutas marcadas, podemos tener la suerte de observar a estos incomparables animales, que despiertan en nosotros la ternura y la admiración a partes iguales.